Una crónica de una fugaz visita a Roma para verlo al bueno de David Gilmour
Conciertos históricos. Aunque esta gira esté compuesta por 21 o quizás más shows, y quien escribe apenas presencia uno, los retornos de los grandes históricos del rock del siglo XX se catalogan de conciertos históricos para toda esa amplia generación de personas que crecimos escuchando y viviendo momentos cotidianos con esa música, pero que asistimos a ella pocas o ninguna vez en nuestra mundana vida.
Por Agustin Natansohn, para los amigos de la vida y el mundo
Sabiendo que se
trata de los últimos estertores de grandes artistas del siglo pasado, los retornos de esta
segunda década del siglo XXI tienen una cuota de nostalgia anticipada.
Disfrutamos del hecho de estar vivos para presenciarlos, y de que ellos estén
vivos para poder seguir regalándonos su música.
3/10/24 - Interpretando Fat Old sun - Foto del autor |
La gira de su
último álbum Luck and Strange, lógicamente más breve y acotada que todas las
precedentes dada su avanzada edad (78), fue anunciada el pasado mayo con shows en Roma, Londres,
Los Ángeles y Nueva York. El único sitio escogido en Europa continental,
que también es el único recinto al aire libre de los cinco que componen el tour, es el Circo Massimo, ubicado en
la capital italiana, Roma.
ATENCIÓN – Esta crónica pretende rescatar algunos aspectos personales, sociales y organizativos del evento. Quien desee leer una evaluación musical le recomiendo que visite los tantos comentarios existentes en youtube. Mi experiencia está condicionada por quien soy, sorry.
Cuando me enteré
de esta gira de conciertos, en el mes de Junio de 2024, el sitio web oficial para la venta de entradas en Roma -ticketone.it- ya daba Sold Out para las seis fechas. ¡Las ventas habían ocurrido en
Mayo! Me había enterado un poco tarde de que el viejo Dave estaría devuelta sobre las pistas.
Así lucía el coliseo la noche posterior al recital - Foto del autor |
No obstante,
jamás se me pasó por la cabeza no asistir. Estuve siempre dispuesto a viajar hasta Roma dos o tres noches sin entrada a ver qué podía surgir de merodear los contornos
del lugar. Al final no hizo falta, ya que, ingresando al sitio día tras día,
fui descubriendo no sólo que estuvo disponible para la compra un asiento en la
fila ¡6!, sino que algunos días incluso se liberaban bloques enteros de
asientos. Llegué a contar 107 asientos disponibles cierto día. Si esto les resulta curioso sigan leyendo que volveré sobre esto más adelante.
Cuestión que teniendo ya
asegurada mi entrada, los días previos me avoqué a alguna serie de movimientos
precompetitivos, ejercicio frecuente cuando uno tiene una cita con la historia (al menos con la de uno). El primero fue escuchar intensivamente el nuevo disco. Es
discreto, suena muy bien, y tiene entre sus puntos salientes la inclusión
creativa de su hija Romany, que la acompaña vocalmente y ocupa un lugar
protagónico en el tema Between two points,
un cover de una canción de los noventa del dúo Montgolfier Brothers (¿quizás el único cover en la historia de
este artista?). El blues que da nombre al disco no me dice mucho, y la
inclusión de pistas de teclado del difunto Wright (tecladista de Pink floyd, para quienes no saben) me suena más a una excusa
comercial que a una necesidad creativa.
Placa que anuncia todas las fechas del tour |
Otro movimiento
preliminar fue estudiar la locación. El uso contemporáneo del Circo Massimo
tiene una larga tradición en la congregación de personas. Desde su recuperación como espacio público, en la década del 30, fue aprovechado como recinto para eventos públicos,
benéficos, y recitales de todo tipo, estos últimos frecuentes aquí desde la década del
70 hasta la actualidad. Entre los que me gustaría destacar aparece la gira de Génesis del 2007, ya
que allí se filma When in Rome, y
apariciones de los también británicos Rollings stones y Roger Waters. En la
gira anterior de Gilmour, la de Rattle
That Lock, se presenta en este
recinto los días 2 y 3 de Julio de 2016.
El organizador
del evento, responsable también de algunos de los shows anteriormente
mencionados que tuvieron lugar en este mismo Circo Massimo, es la firma
D´alessandro & Galli. Lo menciono porque más adelante este dato cobrará
importancia.
Por último regué
mis noches precedentes con la relectura del único libro que a mi entender vale
la pena leer acerca del fenómeno tan particular que fue Pink Floyd, como es Dentro de Pink Floyd, del baterista del
grupo, Nick Mason, aparecido en el año 2004. (En inglés es publicado como Inside
Out: A Personal History of Pink Floyd).
¿Por qué digo que
fue un fenómeno particular? Porque trasciende la música. Este grupo fue
innovador en todo, no sólo en la música. La lectura del libro fue una buena
oportunidad para refrescar algunas nociones generales de porqué este grupo fue,
para la historia de la cultura del siglo XX, algo más que una banda de rock.
Principalmente, y sobre todo para no extender en demasía este artículo, se puede decir que la preocupación fundacional del grupo por ofrecer un espectáculo integral (experiencia visual, experiencia sonora, y en algunos casos también física), y la constancia del grupo en mantener esta premisa a lo largo de los años, lo ha llevado superar barreras inimaginables. Existe también el factor idoneadad/suerte. El contrato con la EMI acaecido en 1968, producto quizás de los contactos adecuados en el lugar indicado de la historia, en el momento indicado, hicieron que el grupo adquiriera rodaje permanente desde un año después de su gestación, y tuviera a disposición toda una estructura creativa y económica que le posibilitó desarrollarse como tal. Y de ahí para adelante. Pero estos muchachos no se contentaron con la fama y el dinero. No se cansaron en reinvertir estos recursos en búsqueda de nuevos horizontes creativos, y eso es lo que en definitiva les confiere la grandeza y la importancia que, en perspectiva, terminan obteniendo para la posteridad, si de historia de la cultura del siglo XX se trata.
De esa preocupación por el espectáculo integral de un grupo de estudiantes de arquitectura que de música tenían más ganas de triunfar que técnica, sale una empresa creativa que irá acrecentándose con los años, sin dejar nunca de invertir en equipamiento, en sonido, en experimentos, en viajes, en extensas giras y equipos de apoyo. Incursiones con el teatro, la opera, y contactos con el cine, son las que enriquecen el arte que realza el intenso trabajo en estudio de este grupo creativo.
Sin Waters desde 1985, y potencialmente inactivo desde 1995 descontando esporadicos regresos, el grupo como tal no existe más. Cumplió un gran ciclo y pasó a la historia. No obstante, parte de esta magia, parte de esta preocupación por el espectáculo integral, puede todavía percibirse y disfrutarse en los shows solistas de Gilmour y de Waters. Motivo por el cual asistir a Roma tenía una connotación totalmente especial.
3/10/24 Interpretando High Hopes - Foto de autor |
Desde hace un año vivo en Bérgamo trabajando en un café. Es una mediana ciudad italiana del norte, a 45 kilómetros de Milán. Como todos los que formamos parte del rubro
gastronómico, pedir un día del fin de semana es casi imposible, reservado solo
para causas de fuerza mayor. Afortunadamente, observé que las fechas elegidas
por Dave eran un viernes, un sábado, un domingo, un martes, un miércoles y un jueves.
Usualmente suelo tener día libre los jueves, y coincidía justo con la última
presentación de las seis. Pensé que sería buena idea entonces elegir por esa
fecha, el 3 de octubre, que además sería la última, con todo lo que eso
implica: el sonido llegaría ya afinado, Dave ya estaría canchero con el asunto,
y si hubiera algún bis extra u alguna aparición estelar, quizás ocurriese en
esa última jornada. Por lo tanto mi plan fue ir hacia Roma en un tren de alta
velocidad a las 14 hs del mismo jueves, para llegar alrededor de las 18 hs al
Circo Massimo, disfrutar del evento, y luego de una caminata nocturna, tomar el
primer tren matutino del viernes para regresar a Milán antes del mediodía, llegando a
Bergamo hacia mediodía para una nueva jornada laboral.
Mientras terminaba la lectura del libro de Nick, y si bien ya tenía en mi poder la entrada para el jueves 3, entré casi a diario (y en algunos casos más de diez veces al día) al sitio Ticketone. No intenten entender porqué. Mi curiosidad, mi pasado como productor de eventos, mi instinto, son cosas que juntas forman algo obsesivo y extraño que no tiene explicaciones. Soy un obstinado coleccionista de informaciones sin una utilidad concreta. Me llamó mucho la atención ver tantos asientos disponibles. La mayor parte de las veces a la madrugada ¿Existen personas que compran sistemáticamente todo un bloque de plateas y luego si no se venden las devuelven? ¿Son las mismas personas que, cuando hay sold out, venden entradas a 600 euros, casi el triple de su valor original? ¿Lo saben los organizadores y no hacen nada?
A medida que se
fueron sucediendo los primeros shows, fui mirando videos, leyendo crónicas y
comentarios de cómo se iba desarrollando todo. Muchas cosas positivas,
algunos comentarios quejumbrosos sobre la ya resentida voz de Dave, y algunas perlitas: el domingo,
cuando debía tocar su lap steel para
iniciar el solo de High Hopes, el instrumento no emite su sonido. Operario que soluciona, una vuelta más y
asunto solucionado. Otros se quejaron de que las cámaras que filmaron los
conciertos (días 1 y 2, y finalmente también el 3) se encontraban justo por
delante de sus asientos.
Con estos puntos
positivos y con el miedo a encontrarme delante de un cameramen, empiezo a
observar ya desde 4 días antes que se vislumbraba lluvia para el día jueves.
Teniendo ya experiencia en la necesidad de momentos al aire libre sin lluvia
(he organizado en el pasado festivales al aire libre), supe al instante que era
aún muy pronto para alarmarme. Empecé a cambiar mi hábito de inspección de
Ticketone por el de sitios como Windguru, Accuweather y todos los sitios
meteorológicos. En dos días, los augurios de una ligera lluvia pasaron a
convertirse en la posibilidad de un aguacero antológico para la tarde del
jueves. Milagrosamente, todos los pronósticos daban fin a la lluvia exactamente
para la hora del evento (21 hs).
El lluvioso
mediodía del jueves finalmente parto en tren desde Bergamo hacia Milán, adonde
también llovía, para luego iniciar el trayecto hasta Roma. El tren se demoró
más de una hora por motivos que desconozco, llegando a la capital italiana
pasadas las 19 horas. Llovía bastante pero aún no podía certificarlo en
persona, ya que sin salir a la intemperie tomé el Metro en Termini hasta Circo
Massimo. Al bajarme del llenísimo vagón empezó para mí la experiencia Gilmour
2024.
* * *
Cientos de personas con camisetas y buzos de Pink Floyd se encontraban en la parte interna de la estación de metro Circo Massimo. No es un espacio muy grande, consiste sólo en un puñado de metros cuadrados entre el andén y los molinetes, y entre éstos y la escalera de azulejos blancos que te deposita directamente sobre la Viale Aventino. Lo que entendí inmediatamente es que toda esa gente estaba apiñada ahí porque afuera llovía escandalosamente. Me costó casi tres minutos poder superar la aglomeración de personas. Afortunadamente todas tenían un semblante muy alegre, muchas estaban fumando o bebiendo algo. En esencia, el típico ambiente pre-recital.
El hecho de haber
recién llegado a Roma me impidió quedarme esperando allí. Quería entrar al
recinto lo antes posible. Ver cosas. Permanecer en él todo el tiempo que pudiese,
estuviera lloviendo o no. Así que crucé la mencionada avenida hacia la
intersección con la Via del Circo Massimo, aquella adonde según mi ubicación
debía dirigirme para entrar.
Quienes gastamos
algo de plata en una entrada esperamos, cuando llegamos a un recital, que haya
un mínimo de control e infraestructura que vuelva meritorio el hecho de haber
pagado. Posiblemente las cinco noches anteriores eso haya sido así. Pero no era
así esta noche. El diluvio le quitó seriedad al ingreso. Podría haber pasado
con una hoja A4 en blanco que daba lo mismo. Una vez superados dos gazebos de
control era necesario descender una no tan grande escalinata antigua que te
conduce directamente hacia la parte baja del Circo Massimo, una suerte de
cavidad alargada en forma de U. La escalera era más que nada una catarata, y
desde allí hacia el siguiente control había unos 30 metros de charcos que había
que sortear con especial cuidado.
Una vez adentro,
decidí comprar una remera por un motivo muy particular que no contaré ahora
para no extenderme. Me costó bastante hacerlo ya que con una mano debía sujetar
el paraguas. Después me dirigí a mi asiento, notando con desilusión que no
había ningún tipo de control en todo el campo. Cualquiera podía sentarse adonde
quisiera, sea en primera fila o en la última, corriendo obviamente con el
riesgo de encontrarse con la persona que hubiese comprado ese asiento, pero
dejando también a la suerte la posibilidad de ocupar un asiento privilegiado
sin haber pagado por él. Antes del show, la empresa organizadora que ya cité
pero lo vuelvo a hacer, D´alessandro & Galli, se ocupó de enviar emails a
todos los adquirientes de entradas, avisando que las columnas 1 a 48 debían
ingresar por la Via del Circo Massimo, y de la 49 a la 96 por la Via dei
Cerchi. Pues bien, una vez adentro era todo lo mismo, y uno podía moverse con
libertad por las 96 columnas de ancho. Los instrumentos y demás equipos
presentes sobre el escenario se encontraban totalmente cubiertos por lonas, al
reparo de la implacable lluvia.
Organigrama provisto por la producción para el ingreso del público al Circo Massimo |
A ambos costados
de las plateas, inmediatamente antes de las escaleras de ascensión hacia las
partes superiores, corrían dos pasillos que pueden asemejarse a la pista
atlética de un estadio. Estos dos pasillos estaban completamente inundados por
la lluvia. Y no solo eso. Algunas filas de asientos, sobre todo de las columnas
1 a la 16, se encontraban situados directamente bajo agua.
No sin sorpresa atestigüé
todos estos inconvenientes técnicos, y di unas vueltas por el baño y otros
lugares dado que faltaba aún más de una hora para la hora anunciada del inicio
del show. En un momento di un paso en falso y terminé con los pies
completamente sumergidos en el agua. Eso me costaría caro más adelante.
Cubierto de agua, el corredor izquierdo no estuvo nunca disponible la noche del 3/10/24. Se aprecian además las columnas 1 a 9 cubiertas de agua - Foto de autor |
Aproximadamente a
las 21:30 horas ya está todo listo sobre el escenario. No así sobre las
primeras columnas (1 a 16) de plateas. Allí el agua no cede, y pese a los
camiones que extraían con bombas todo lo que podían, los asientos permanecían
inhabilitados para cientos de espectadores que, ante la poca respuesta de los
organizadores, se dispersaban más o menos por los pasillos y otros sectores
aledaños.
Columnas 1 a 16 inundadas, gente observando el show de a pié - Foto del autor |
Estos temas tranquilos, sobre todo los del flamante disco, en vivo suenan increíblemente distinto. Los efectos, detalles y texturas son activadas por los tecladistas y replicadas por parlantes de brillante y exquisito sonido. La calidad técnica de todo el recital es superlativa e inmejorable. Al mismo nivel está el show visual, que si bien no tiene comparación con las murallas de leds de los artistas mainstream de hoy, el criterio y el buen sentido estético de sus hacedores permitieron al público, sobretodo el de los asientos intermedios, disfrutar de un espectáculo de gran belleza.
3/10/24 Interpretando Sorrow - Foto del autor |
Como advertí al inicio de este relato, no voy a describir la selección de temas ni hablar del aspecto musical porque ya hay bastante material al respecto en blogs y videos de recesiones en youtube. Solo diré muy brevemente que es evidente que los años pasan, y que un músico de 78 años se encuentra ya al límite de sus prestaciones musicales. Sólo conozco un caso de un artista que me sorprende al día de hoy cómo hace para tocar tan bien, y es Hugo Fattoruso, que con sus 81 años sigue tocando asiduamente (¡y no cada nueve años!) y haciendo giras con diversos músicos.
Dave le pifia no
sólo a algunas notas vocales sino también a algunas notas con la guitarra. Pero
en verdad a nadie le importan esos pifies. El grupo casi familiar que armó para
esta gira suena impecable, él aún tiene voz y se decide a cantar así como está,
sin hacer playback, y el sonido que le saca a las guitarras sigue conmoviendo y
haciendo feliz a todo quien lo escucha. Y eso es en definitiva lo que importa.
Sobre la dupla organizativa me quedan algunas dudas sobre su capacidad. Según se lee en su sitio web no es la primera vez que organizan algo en el Circo Massimo, por ende deben saber de sobra hacia dónde va el agua cuando llueve y adónde se acumula. Los charcos que duraron hasta el otro día del evento demuestran que no estuvieron a la altura de las circunstancias. Y no sólo eso. No tuvieron tampoco respuesta ante las inquietudes de quienes se quedaron sin su asiento. Jamás reubicaron a aquellas personas, jamás movieron esas sillas hacia sectores no inundados. Simplemente no hicieron nada.
Al final, promediando el anteúltimo tema, (no quiero equivocarme pero creo que era Sings, del último disco), toda esa gente harta de observar el recital a pie habiendo pagado una silla, comienza un avance hacia la valla delantera. Al principio los encargados de la seguridad intentaron evitar esto pero inmediatamente más gente se sumó a la avanzada, logrando copar todo el sector delantero para apreciar Comfortably Numb y despedir al gran Gilmour como se merece. Mientras los lásers verdes acompañaban las emocionantes notas de guitarra, una leve llovizna comenzaba. Parecía haber terminado la tregua con el cielo, y a modo de regalo las gotas se combinaron con los lásers provocando un efecto único, imposible de planificar. El mejor final para una noche inolvidable.
* * *
4/10/24 - 3 AM: el charco sobre las columnas 1 a 16 continúa. Foto de autor |
Las siguientes tres horas me dediqué a caminar por las vacías calles de Roma con los pies fríos y mojados. Después de buscar infructificadamente un bar abierto, decidí volver al lugar que me había hecho feliz horas atrás. Encontré a una cuadrilla de operarios desmontando velozmente todos los vestigios del evento. El charco sobre las primeras columnas de la izquierda continuaba allí, algo que ninguna bomba succionadora pudo solucionar.
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